
Para realizar las actividades de estimulación temprana eficazmente, es necesario que el niño encuentre un clima agradable, que le brinde comodidad, lo motive y despierte en él su atención. Se debe asegurar que exista iluminación y temperatura adecuada, y básicamente organizar el ambiente apropiadamente de tal manera que no confunda al niño sino que le permita dirigir su conducta y sus aprendizajes. Un ambiente desorganizado propicia un “desorden” que puede verse reflejado en las conductas del menor.
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